martes, 18 de enero de 2011

VALLE SAGRADO


Urubamba (Cuzco-Perú) es uno de los valles más hermosos que he visto en mi vida, a pesar de que el paisaje variopinto está teñido de pobreza y marginalidad. El clima es perfecto, ni muy cálido en verano ni frio en invierno, al pie de una majestuosa cordillera y rodeada de imponentes edificios incaicos. Los habitantes, muy hospitalarios por cierto, se esfuerzan por dejar atrás el subdesarrollo trabajando muy duro en la agricultura y el turismo.

La primera vez que fui al Cuzco, viaje acompañado de amigos del colegio a los cuales solo les importaba emborracharse y tomarse fotografías en los lugares turísticos, ¡que pérdida de tiempo! Ahora que regresé después de catorce años recién disfruté del ambiente cuzqueño como Dios manda, pero más de Urubamba. Visité algunos distritos, fui atendido excelentemente por urubambinos oriundos y extranjeros (aquellos que decidieron quedarse dejando atrás su país).

Machu Picchu (me refiero al pueblo, no a la ciudadela incaica) es un villorrio con calles mayoritariamente peatonales y edificios espontáneos que a diferencia de su par arqueológica  parece que nada fue planificado; Calles oblicuas, desniveles, inexistencia de servicios básicos, informalidad, etc. Hacen de este caos un simpático pueblo, donde todo se vende y nada se desprecia. En la parte alta del pueblo existen unas piscinas pequeñas que casi siempre están atiborradas de gente de todas las nacionalidades que  buscan sumergirse en sus aguas siempre cálidas para curarse de algún mal. Estas piscinas dieron el nombre al pueblo algún tiempo, “Aguas calientes”. El pueblo se presta para conocer gente de todos los rincones, para bailar, amar, cantar y  hacer toda clase de estupideces. Se encuentra al costado del río Vilcanota y debajo del las famosas ruinas arqueológicas, ideal para la víspera al ascenso del Wayna Pichu y el descanso después de visitar el IntiHuatana. No comentaré acerca de las ruinas, pues resulta cansado redundar sobre ellas, solo comentaré que las ruinas arqueológicas siempre me parecieron una experiencia espiritual.

Ollantaytambo está al final de la carretera, tiene en la parte superior unas ruinas famosas por una historia de amor entre la ñusta del inca y el general Ollanta. No hay mucho espacio en esta ciudad casi empedrada (literalmente).

Pisac es un pueblo pequeño que alberga la ciudadela incaica más grande y alta, después de Chincheros, del valle sagrado (las ruinas arqueológicas de Pisac son más grandes que las de Machu Picchu). Las ruinas de Pisac son complejas, llenas de túneles, abismos y piedras; está divida en cuatro pequeñas zonas segmentadas según la posición política, religiosa y social del que fue el Imperio Inca. Tiene una impactante vista al valle y nos muestra la tecnología agraria y astronómica de los incas.

Urubamba es la capital de la provincia del mismo nombre, en ella se encuentran los mejores hoteles de Cuzco, el palacio de Huayna Capac y también el general Don Fico (un residente francés que se enamoró, al igual que yo, de Urubamba). De la capacidad turística de Urubamba hay mucha información en la red, del palacio de Huayna Capac hay muy poco en pie, así que me ocuparé de Don Fico, un siquiatra el cual, según todos los franceses debe de estar loco, es un simpático personaje que gusta del buen vino y que prefirió Urubamba a Paris, todo lo que él dice se tiene que cumplir, por ello se le considera el general; casi siempre es el encargado de organizar las fiestas y borracheras del pueblo. Se resiente mucho si no aceptas su hospitalidad, habla perfectamente el castellano y el quechua, a pesar de su edad avanzada no desea irse del valle sagrado; ¡acá soy libre! En mi país estaría en un asilo encerrado con medicamentos de todos los colores y porque estoy medio loco, menciona cuando se le interroga porque prefirió quedarse en un pueblo de extrema pobreza y sin seguro medico.
Calca, Moray, Chincheros, Maras y Huayllabamba son parte del Valle sagrado que dejan una nostalgia imposible de abandonar, su gente, sus comidas y su buen clima dan la razón a los incas porque eligieron ese lugar para asentarse.

lunes, 3 de enero de 2011

IDENTIDAD


Cualidad de idéntico.

En mí país se hacen circunloquios, coloquios, soliloquios, simposios, conferencias, conversatorios, estudios, tesis investigaciones y demás, sólo para saber si tenemos identidad, es decir, para saber si el aglomerado pueblo de todas las sangres posee una identidad. Mario Vargas Llosa, en su discurso del Nobel,  mencionó “Que extraordinario privilegio el de un país que no tiene identidad porque las tiene todas”. Hermosa salida digna de un premio Nobel, sin embargo nos deja un sinsabor después de los laureles.

Muchos creen, como nuestro Premio Nobel, que la hegemonía mayoritaria daría una particularidad sobre las demás naciones y esto nos otorgaría una identidad. Es decir el concepto está basado cuantitativamente. Pues en su disertación, Nuestro querido Mario, reconoce a nuestra ausencia de identidad por la no posesión de una homogeneidad de nuestros compatriotas, y a esta, es decir, heterogeneidad es la particularidad que nos define frente a las otras naciones. Sin embargo, dentro de estas ideas sigue albergando el concepto que la característica mayor común otorga identidad.

Depende mucho de entendemos la idea de identidad para poder definirla correctamente, ya que, pienso, no es justo que sea solo un concepto cuantitativo.

En la película de “Todo sobre mi Madre”, Pedro Almodovar, quizá expone un concepto más elaborado de la identidad. En aquella famosa escena sale al estrado un homosexual travestido y empieza un monologo interesante, menciona el que nació siendo hombre y que después de muchas cirugías ahora es lo que más se acerca a una mujer y realiza las misma pregunta que nos hacemos, ¿tengo identidad? Él quiso ser siempre una mujer, e hizo todo lo que estuviera a su alcance para asemejarse a su ideal de él mismo. Éste o ésta tiene una identidad, pues su concepto de idéntico es mucho más subjetivo, él es idéntico a lo que quiere ser.

Si preguntan que es Mario Vargas Llosa, tres cuartas partes del globo terráqueo responderán ¡Escritor!, la característica que diferencia a Mario del resto del planeta no es su piel, ni sexo, ni postura política, sino la materialización de su ideal encarnada en el mismo. Mario es peruano, español, latinoamericano, escritor, liberal, profesor y mucho más nombres o sustantivos  que ampliarían las diferencias a cualquier otro ser humano. Sin embargo su peculiaridad se basa principalmente en su esfuerzo por ser encarnar un sueño.

Entonces resulta algo mezquino reducir el concepto de identidad a una idea de igualdad mayoritaria y lo que es peor aun reducirla a aspectos materiales. Entonces no es necesaria la igualdad de características físicas o culturales para poder tener una identidad. José María Arguedas, el escritor al que más le afectó este tema, luego de que se frustrara un intento más de suicidio, le preguntaron ¿Qué tenemos que hacer para que no lo sigas intentando matarte?, respondió “si podrían hacer que los españoles nunca hubiesen llegado, entonces dejaría de hacerlo” Obviamente eso no se podía hacer y termino matándose luego de que algunos críticos, entre ellos Salazar Bondi, dijeran que su novela “Todas las Sangres” atentaba contra la moral de la juventud de aquel tiempo.

¿Somos absolutamente diferentes en mi país? Si, nadie se parece a nadie, como lo dijo MVLL y J. M. Arguedas somos un pueblo de “Todas las Sangres” pero ¿es necesaria la igualdad física para poseer Identidad?

La pregunta de rigor es ¿a que tendríamos que ser idénticos? 
La respuesta abarca una definición más amplia que la se requeriría para otros pueblos.
Lo que une a las personas no son las externalidades comunes sino los intereses  particulares, es decir un asunto plenamente subjetivo. El asunto no va por la falta de hegemonía cultural sino por la unicidad de propósitos, lo que une a los pueblos no es su cultura o raza sino la conveniencia común a algo. Entonces la identificación no es a ellos mismos sino a un propósito u objetivo, ellos quieren lo mismo y ese querer forja su característica común.

 Entonces no era necesario evitar la irrupción colonial para obtener la identidad como sostenía Arguedas, sino empezar por conjugar y unir intereses que reflejen un deseo común. Ser idénticos a ese deseo nos dará la identidad. No es necesario que las sociedades amazónicas dejen sus costumbres milenarias o las comunidades andinas dejen de tener sus costumbres o los costeños abandonen su piel; basta con un ideal que nos identifique a todos, simple como eso. No es necesario el cambio de piel, ni la mutación de de razas ni la mezcla de costumbres.

Miguel de Unamuno dice que cuanto más propio se es, más universal eres y por lo contrario, si más enajenado te encuentras más común resultas. La particularidad que nos ofrece MVLL es la de no tener identidad única y es algo a lo que debemos renunciar, de igual manera que al concepto de Arguedas, el de provenir de una misma madre. Pienso que la unicidad de propósito es lo que otorga identidad, la identificación con un sueño común.