Urubamba (Cuzco-Perú) es uno de los valles más hermosos que he visto en mi vida, a pesar de que el paisaje variopinto está teñido de pobreza y marginalidad. El clima es perfecto, ni muy cálido en verano ni frio en invierno, al pie de una majestuosa cordillera y rodeada de imponentes edificios incaicos. Los habitantes, muy hospitalarios por cierto, se esfuerzan por dejar atrás el subdesarrollo trabajando muy duro en la agricultura y el turismo.
La primera vez que fui al Cuzco, viaje acompañado de amigos del colegio a los cuales solo les importaba emborracharse y tomarse fotografías en los lugares turísticos, ¡que pérdida de tiempo! Ahora que regresé después de catorce años recién disfruté del ambiente cuzqueño como Dios manda, pero más de Urubamba. Visité algunos distritos, fui atendido excelentemente por urubambinos oriundos y extranjeros (aquellos que decidieron quedarse dejando atrás su país).
Machu Picchu (me refiero al pueblo, no a la ciudadela incaica) es un villorrio con calles mayoritariamente peatonales y edificios espontáneos que a diferencia de su par arqueológica parece que nada fue planificado; Calles oblicuas, desniveles, inexistencia de servicios básicos, informalidad, etc. Hacen de este caos un simpático pueblo, donde todo se vende y nada se desprecia. En la parte alta del pueblo existen unas piscinas pequeñas que casi siempre están atiborradas de gente de todas las nacionalidades que buscan sumergirse en sus aguas siempre cálidas para curarse de algún mal. Estas piscinas dieron el nombre al pueblo algún tiempo, “Aguas calientes”. El pueblo se presta para conocer gente de todos los rincones, para bailar, amar, cantar y hacer toda clase de estupideces. Se encuentra al costado del río Vilcanota y debajo del las famosas ruinas arqueológicas, ideal para la víspera al ascenso del Wayna Pichu y el descanso después de visitar el IntiHuatana. No comentaré acerca de las ruinas, pues resulta cansado redundar sobre ellas, solo comentaré que las ruinas arqueológicas siempre me parecieron una experiencia espiritual.
Ollantaytambo está al final de la carretera, tiene en la parte superior unas ruinas famosas por una historia de amor entre la ñusta del inca y el general Ollanta. No hay mucho espacio en esta ciudad casi empedrada (literalmente).
Pisac es un pueblo pequeño que alberga la ciudadela incaica más grande y alta, después de Chincheros, del valle sagrado (las ruinas arqueológicas de Pisac son más grandes que las de Machu Picchu). Las ruinas de Pisac son complejas, llenas de túneles, abismos y piedras; está divida en cuatro pequeñas zonas segmentadas según la posición política, religiosa y social del que fue el Imperio Inca. Tiene una impactante vista al valle y nos muestra la tecnología agraria y astronómica de los incas.
Urubamba es la capital de la provincia del mismo nombre, en ella se encuentran los mejores hoteles de Cuzco, el palacio de Huayna Capac y también el general Don Fico (un residente francés que se enamoró, al igual que yo, de Urubamba). De la capacidad turística de Urubamba hay mucha información en la red, del palacio de Huayna Capac hay muy poco en pie, así que me ocuparé de Don Fico, un siquiatra el cual, según todos los franceses debe de estar loco, es un simpático personaje que gusta del buen vino y que prefirió Urubamba a Paris, todo lo que él dice se tiene que cumplir, por ello se le considera el general; casi siempre es el encargado de organizar las fiestas y borracheras del pueblo. Se resiente mucho si no aceptas su hospitalidad, habla perfectamente el castellano y el quechua, a pesar de su edad avanzada no desea irse del valle sagrado; ¡acá soy libre! En mi país estaría en un asilo encerrado con medicamentos de todos los colores y porque estoy medio loco, menciona cuando se le interroga porque prefirió quedarse en un pueblo de extrema pobreza y sin seguro medico.
Calca, Moray, Chincheros, Maras y Huayllabamba son parte del Valle sagrado que dejan una nostalgia imposible de abandonar, su gente, sus comidas y su buen clima dan la razón a los incas porque eligieron ese lugar para asentarse.